Vida de Rancho.
Siendo sinceros, antes de mi llegada a La Casa de Palos nunca me había parado a pensar lo que me esperaba, había algo de nervio, pero en cuanto a expectativas, no las tenía de ningún tipo. Localicé el punto en el mapa, vi que estaba fuera de toda tipo de distracción, perfecto para mí. En mi último periodo en la Ciudad de México, estaba más centrado en cerrar mi ciclo con despedidas, alguna que otra juerga y de deshacerme de las máximas cosas materiales posibles, así que ni tiempo para pensar lo que se venía. Si me preparé con cosas para una vida marina y un buen botiquín para cualquier emergencia mía o del buen Mole, pero sobre todo oriente mi costal a dos cosas que me dijo mi querida amiga Ale:
- Roomie, no te imagines nada fresa y llévate una buena chamarra que hace frío.
Sin duda, lo primero que me di cuenta al llegar fue que Ale tenía razón, aunque las fotos y la ubicación en el mapa te hacían intuirlo, de fresa no tenía absolutamente nada, lo que se venía por delante iba a ser muy rústico y primitivo. Cuando familiares y amigos me preguntaban por mis primeras semanas, me costaba encontrar las palabras para describir mi nueva vida; al mes y medio de mi llegada, nos visitó por estos rumbos Alex y su familia, él que creció aquí, en uno de los amaneceres que coincidimos en la playa me preguntó:
- ¿Cómo llevas la Vida de Rancho?
¡Pum! No existen mejores palabras para describir esto. Creo que para la mayoría de nosotros, cuando pensamos en un rancho, nos imaginamos un corral con gallinas, una cuadra y un establo. Mucho menos creernos que tenga un mar justo enfrente, pues normalmente los ranchos son de interior y suelen encontrarse en algún valle o llanura, al menos eso era mi percepción de ellos.
El término vida de rancho para los locales, es una vida ruda o primitiva, lejos de la civilización y donde trabajas en algo que tenga que ver con la naturaleza, aquí en la Baja por ejemplo, los pescadores podríamos considerarlos rancheros; para mi y después de estos tres meses o cien días por aquí, esto es una vida salvaje, una conexión total y absoluta con la naturaleza, lejos de cualquier tipo de comodidad y confort. Existen varias definiciones de salvaje pero la que se refiere a [animal] dice: que no está domesticado y vive en libertad, partiendo de está definición, me pongo un poco creativo y te defino lo que para mi, la Vida de Rancho es: domesticado por la Madre Tierra, a su completa voluntad y total merced.
Al leer mi definición te puede parecer un tanto exagerada, no te culpo, pero las tres vivencias que te voy a contar puede que logres entenderme un poco más.
A los tres días de llegar, junto a la entrada del baño, me topé con la construcción de un panal de avispas, nunca las había visto tan grandes, algunas son del tamaño de un mechero. Estas habían aprovechado, un lugar que, si yo no hubiera llegado, probablemente nadie las molestaría. No había otra opción más que tumbarlo, pues por ahí pasaría más de una vez al día y ellas por instinto defenderían su fortaleza, y así fue, tardé un par de días en hacerlo, no fue fácil decidirse, pero el mordisco de una de ellas en la pantorrilla, que me hizo vibrar hasta las pestañas, terminó por convencerme. Aproveché la noche cuando dormían, me envolví en tres toallas y lo rocié con un insecticida, lo hice descargando medio bote y toda mi adrenalina. El bautizo de la Madre Tierra llegó pronto.
La segunda vivencia llegó el segundo fin de semana, pero antes de contártela quiero que sitúes La Casa de Palos: está se encuentra a unos cuantos kilómetros, más de dos dígitos, de terracería complicada, angosta y con arroyos secos, de una población a la que no sabría decirte, si es un pueblo o una ciudad. Por ello, con la información que te voy a dar, quiero que saques tus propias conclusiones. En esta población no hay OXXO (no hay esquina en México que no ocupen), donde dos calles asfaltadas, las une una sin asfaltar; donde Amazon, si te va bien, tarda mínimo unos veinte días en entregar y, un lugar que si ves la cerveza que te gusta en el super, no debes dudar en comprarla, porque no sabes cuando la vuelvas a ver; los camiones de reposición llegan dos veces al mes y el supermercado se vuelve cómo una tienda departamental en rebajas. Lo que si te puedo decir es que en esta población hay un restaurante que curiosamente vende Estrella de Galicia. Pues bien, Diego, el vecino me propuso bajar al pueblo a chelear y llegó el conocido, entre “defeños” cómo “el chilangazo”: dejarte ir como gorda en tobogán en términos de consumo de alcohol por el cambio de ambiente, suele ocurrir cuando sales a pasar un fin de semana fuera de la estresante ciudad. En mi caso, fue al revés, quizá por toparme con civilización y porque se armó un buen grupo en el bar, el resultado fue, que me dejé ir, para que mentir. Al despertar la Madre Tierra me ubicó, sufrí una de las peores crudas que yo recuerdo, sentía que me estrujaban el cerebro y sólo tenía unos litros de agua y dos manzanas, pensar en comida grasosa, que hicieran el trago menos amargo era inviable, pues no tengo medio de transporte y caminando son como dos horas bajo el sol del desierto y, con riesgo a toparte cualquier cosa, afortunadamente Diego me invito a desayunar y varios baños en el agua de mar frio suavizaron el dolor de cabeza, aunque el malestar duró casi tres días.
Por último, la tercera domesticación de la Madre Tierra fue la más dura y poderosa, pero también, la más gratificante, quizá por pasar la prueba y por que saque el ingenio de rancho para solventar el problema. A principios de diciembre entró un frente frio, pero entró con todo, bajas temperaturas, unos ocho nueve grados centígrados, vientos fuertes del norte, eso significa frío, lluvia y una humedad de baño vapor. Primer día del frente, tres de la mañana y mi cama estaba completamente empapada, la humedad y una curiosa casualidad arquitectónica, provocó que el envite de las gotas, logrará penetrar una escotilla, supuestamente sellada, y calar la cama. Esto no acabó aquí, fue sólo el principio, los siguientes días tocó dormir vestido o envuelto en una manta, protegiéndome de las húmedas sábanas que nunca secarían, pues no había ni medio rayo de sol y seguía habiendo lluvias esporádicas. Fueron cuatro largos días y noches, con un frio que no abandonaba mi cuerpo y, por aquel entonces aún no contaba con agua caliente, dormía realmente mal y donde aprendí más de una lección.
La vida de rancho no sería nada sin su gente, Don Juan, un ranchero de unos setenta años, áspero y entrañable al mismo tiempo, lo conocí en pleno frente frio a las siete de la mañana, yo envuelto en capas y el en chanclas. Ayuda con la basura, cada vez que viene siempre tiene historias graciosas y experiencias que contarte, pero sobre todo, perlas míticas que te marcan y, así es, como llego, a lo que la vida de rancho me está enseñando.
“Jala el gatillo y acábate de criar”
Don Juan
Tres meses o cien días en esta vida de rancho y, día con día nos seguimos criando, aprendiendo y llenando el alma. Tres meses o cien días, donde voy aclarando la vida que quiero y te puedo decir que va a estar muy ligada a la naturaleza y, tres meses o cien días, que gracias a ciertas situaciones me han ayudado a saber gestionar uno de mis mayores anclas, que llevo arrastrando desde el día que nací: el miedo o temor. Además, y ya para concluir, algo que la naturaleza ha sacado de mi interior y que desconocía por completo, es mi gusto por las aves (lo pongo así para evitar que mis compadres los albureros se suban al tren), comienza la mejor época, la naturaleza ha cambiado y dicta que se acerca la primavera; a ritmo Amazon, ahí vienen los prismáticos que me acabó de comprar, justo a tiempo para lanzarme con Mole y “el Malibu Two” a vivir más experiencias en este mar tan lleno y tan rico en especies. Como siempre, te comparto algunas fotos de lo que la naturaleza me ha regalado.
Y para terminar, quiero dedicarte este post a ti, amigo farsante, que sé que eres uno de los primeros en leerme y me anima a seguir con este blog, y agradecerte también por enseñarme el Cementerio de los Libros Olvidados. Ya estamos a mano. Un abrazo querido Larry y un abrazo a todos desde el barco de nuez.
#vibralindo